miércoles, 12 de enero de 2011

ARTE CONTEMPORANEO

En 1847 el pintor español Pelegrin Clavé trató de reanimar la Academia de Bellas Artes de México, y su acción contribuyó a cierto despertar de la pintura. Durante el reinado de Maximiliano el arte europeo entró en México y su carácter influyó en los artistas locales. Durante los años de la dictadura de Porfirio Díaz se intensificaron los contactos con el arte europeo. Por otra parte, en algunas ciudades y pueblos del país, anónimos y sin mayor vuelo, muchos aficionados pintaban de encargo retratos, naturalezas muertas y paisajes de modo realista e ingenuo.

La influencia europea que señalamos, sumada al gusto por el lujo y las decoraciones en estilos pasados, produjo obras como el palacio de la Ópera, construido en mármol italiano. Pero tanto durante esta época como durante cualquier otro período en que, desde el gobierno, se alentaba un arte de carácter extranjero, se mantenía viva la secular artesanía mexicana, y en las provincias el talento popular seguía realizando retablos, máscaras rituales, etcétera.

Después de la revolución contra Díaz también cambia el clima en la Academia de Bellas Artes. Se inauguró una Escuela de Pintura al aire libre bajo la dirección del pintor mexicano Alfredo Ramos Martínez, quien, después de estudiar en Europa, volvió a su país entusiasmado con el impresionismo. En tanto, José Clemente Orozco pintaba escenas realistas de los bajos fondos, aislado de este grupo de la Academia.

Después de 1919 los pintores Siqueiros, Orozco y Rivera fueron enviados a Europa, donde, además de pintar, discutieron las nuevas ideas de arte y política que llevarían de vuelta a su país. Siqueiros publicó en Barcelona, en 1921, un manifiesto que atacaba los ideales europeos y defendía la estética revolucionaria y un retorno al vigor constructivo del arte indígena. Rivera, por su parte, volvió a México después de haber estudiado tres años cubismo, y en Italia los restos etruscos, los mosaicos bizantinos y los grandes frescos primitivos y del Renacimiento. Vueltos a su país estos artistas, se inicia aquí la época de la pintura mural, que fue dirigida por Diego Rivera. La técnica del fresco se perfeccionó, y esta pintura, que había sido usada por los mexicanos antes de la conquista, revivió en el siglo xx a través de pintores que abandonaron los caballetes y la tradición académica, y expresaron con lenguaje moderno la historia nacional, un mensaje político-social y la crónica de los más importantes acontecimientos de la turbulenta vida mexicana. La pintura de caballete y todas las artes gráficas también fueron tratadas en este renacer del arte mexicano, destacándose en ellas Manuel Rodríguez Lozano, Abraham Ángel, Rufino Tamayo, etc. En cuanto a las generaciones más jóvenes, en las que aparecen Carlos Orozco Romero, Agustín Lazo, Frida Kahlo, María Izquierdo, Leopoldo Méndez y muchos otros, parecen mantener el vigor de sus maestros con una producción numerosa que es conocida y valorada también en el extranjero.
FRIDA KAHLO                              CARLOS OROZCO

martes, 11 de enero de 2011

LA REVOLUCION Y EL ARTE

Durante y después de la Revolución Mexacana se elaboraron imágenes plásticas que representan lalucha revolucionaria, sus logros o a los protagonistas de la contienda (Emiliano Zapata es uno de los más retratados, pero también hay imágenes de Pancho Villa, Francisco I. Madero y otros). Sin embargo, no todas estas imágenes dicen lo mismo. Cada pintor tuvo su propia opinión de la Revolución según la experiencia que vivió durante esa época, y de acuerdo a la posición política y social en que se ubicó durante y después de 1921.
Hubo artistas que fueron testigos presenciales de la lucha revolucionaria (como José Clemente Orozco y Francisco Goitia), y hubo otros que no la vivieron porque estaban estudiando o viviendo fuera de México (como Diego Rivera). Algunos artistas se interesaron y se unieron a las causas populares que surgieron durante lalucha, otros no se identificaron con ellas y creían que el  pueblo era manipulado por los caudillos. Unas cuantas imágenes revolucionarias se pintaron durante los años de lucha, pero lamayoría de ellas se realizaron una, dos, tres o más décadas después de concluido el conflicto. En general, las obras contemporáneas a lalucha son más trágicas y desesperanzadas que aquellas que se hicieron posteriormente, en donde se idealizan algunos aspectos.
Finalmente, como en la escritura de la historia, cada artista tuvo su propia interpretación política, social o filosófica de lo que significó la Revolución para los mexicanos. Por ello, así como usamos fuentes documentales para estudiar este periodo de nuestra historia, así también podemos valernos de las imágenes artísticas para mostrar las distintas aproximaciones, en diferentes tiempos, a este mismo episodio histórico.

la pintura pertenese a Diego Rivera 
                                                               

EL ARTE EN LA EPOCA COLONIAL

En los primeros tiempos de la dominación española fueron trasladados a México los estilos arquitectónicos que estaban en vigencia en Europa. Gótico, con o sin acentos mudejares, con o sin agregados platerescos, gótico de transición, renacimiento, neoclásico, se suceden admitiendo poco a poco elementos decorativos y soluciones técnicas mexicanas. El gótico y el renacentista son casi extraños a América, como lo fueron a España.
Las dos construcciones más importantes de la arquitectura hispano-mexicana son la catedral de México y la de Puebla, en las que reconocemos el estilo neoclásico de la época de Felipe III. La iglesia de Santo Domingo de Oaxaca es un ejemplo del barroco español, que llega a México hacia fines del siglo xvi. Es el estilo que predomina, enriquecido con variaciones americanas que lo tipifican.
Aunque la arquitectura religiosa es la más importante en la capital de México y ha caracterizado a la ciudad poblándola de bellas cúpulas recubiertas de resplandecientes azulejos multicolores también la militar ha dejado obras de consideración, como fortalezas y puentes, y la civil ha levantado palacios y casas suntuosas, como las llamadas de los Azulejos, de los Mascarones, del conde de la Torre de Cossío y otras.

La escultura mexicana colonial y artístas que se destacaron

Como en México se preferían las imágenes pintadas a las estatuas y, por otra parte, el tema obligado del arte era el religioso, la escultura no llegó allí a tanto desarrollo como la pintura. Sin embargo, de entre los escultores que se sucedieron en esa época podemos destacar a José Antonio Villegas Cora y Manuel Tolsá, cuyas obras siguen el estilo barroco imperante y pueblan las iglesias mexicanas por dentro y por fuera, pues muchas de ellas son complemento decorativo de la arquitectura de los frentes y portales.
                                                                    " LA PINTURA EN LA COLONIA"
Con Hernán Cortés desembarcaron en México los pintores españoles Rodrigo Cifuentes y Alonso Vázquez, y con ellos se inició la pintura hispanoamericana en el antiguo Anáhuac. Pronto en los conventos se reunió en talleres a indios que pintaron temas religiosos enseñados por los misioneros, y así el carácter local empezó a amalgamarse con el arte importado. A fines del siglo xvi se destacan el pintor Andrés de la Concha y el flamenco Simón Pereyns, que pintó el retablo de la Virgen de la Merced en la catedral de México. Podemos descubrir en los pintores subsiguientes, una tras otra, las influencias de los artistas europeos que iban siendo conocidos en el Nuevo Mundo: Ribera, Murillo, Rubens o Zurbarán, y cuando bien entrado el siglo xvii llega la madurez de la pintura barroca, también en México se cae en el período de amaneramiento, durante el cual se repiten fórmulas conocidas. El colorido es rico y atrayente, y se realizan grandes composiciones murales, como las de Juan Correa.

En México se practicó una pintura con incrustaciones de nácar que recuerda el arte de los aztecas, quienes completaban sus máscaras y esculturas con mosaicos.

lunes, 10 de enero de 2011

EL ATRE EN LAS PRIMERAS CULTURAS DE MEXICO

Etapa prehispánica (2000 a.C. - 1521)
arte prehispanico
La cuenca de México, está delimitada al sur y al poniente por las estribaciones de la Sierra del Ajusco, al norte por la Sierra de Guadalupe y al oriente por los volcanes Popocatépetl e Iztaccíhuatl. Ubicada a 2,240 metros de altura sobre el nivel del mar, esta región lacustre, caracterizada por su suave clima y riqueza de recursos naturales empezó a ser habitada desde tiempos remotos. Varios miles de años atrás, la cuenca de México junto con otras regiones de Mesoamérica fueron el sitio donde se desarrolló una de las más importantes revoluciones agrícolas de la humanidad, cuando se domesticaron en sus tierras el maíz, el tomate, la calabaza, el chile, el chocolate, entre otras importantes especies de animales y vegetales que con el tiempo constituirían parte fundamental de la dieta no sólo en el continente americano sino en amplias regiones de Europa y Asia. Siglos más tarde, alrededor del año 1000 a.C. empezarían a florecer en las riberas del Lago de Texcoco varias villas y pequeñas aldeas dedicadas en un principio a la agricultura pero que con el tiempo verían surgir en ellas otras actividades como la cerámica y el comercio. La raíz de la prosperidad agrícola de estas aldeas estaba basada en el modelo de chinampa, un sistema de explotación intensiva de la tierra mediante la construcción de islas artificiales sobre los lagos de la cuenca que eran fertilizadas por el sieno y la materia orgánica depositada en el lago, y que contaba con una provisión permanente de agua que permitía tener varias cosechas al año. Este modelo agrícola estimuló la consolidación de sociedades teocráticas altamente desarrolladas de entre las cuales destacan especialmente la de Cuicuilco al sur del Valle de México y la de Teotihuacan al norte, esta última llegó a tener más de 100 mil habitantes en su periodo de mayor esplendor, siendo la ciudad más poblada del mundo en su tiempo y centro político, cultural y económico de una de las más influyentes civilizaciones de la América precolombina. Ambas ciudades sufrieron el embate de la fuerzas de la naturaleza, Cuicuilco vio su fin en medio de la lava y las cenizas ardientes del Volcán Xitle. Teotihuacan sufrió una sequía a consecuencia de la sobreexplotación de sus recursos naturales que junto con problemas políticos internos y la llegada de invasores de Aridoamérica, pusieron fin a varios siglos de hegemonía en el México Central.