martes, 11 de enero de 2011

EL ARTE EN LA EPOCA COLONIAL

En los primeros tiempos de la dominación española fueron trasladados a México los estilos arquitectónicos que estaban en vigencia en Europa. Gótico, con o sin acentos mudejares, con o sin agregados platerescos, gótico de transición, renacimiento, neoclásico, se suceden admitiendo poco a poco elementos decorativos y soluciones técnicas mexicanas. El gótico y el renacentista son casi extraños a América, como lo fueron a España.
Las dos construcciones más importantes de la arquitectura hispano-mexicana son la catedral de México y la de Puebla, en las que reconocemos el estilo neoclásico de la época de Felipe III. La iglesia de Santo Domingo de Oaxaca es un ejemplo del barroco español, que llega a México hacia fines del siglo xvi. Es el estilo que predomina, enriquecido con variaciones americanas que lo tipifican.
Aunque la arquitectura religiosa es la más importante en la capital de México y ha caracterizado a la ciudad poblándola de bellas cúpulas recubiertas de resplandecientes azulejos multicolores también la militar ha dejado obras de consideración, como fortalezas y puentes, y la civil ha levantado palacios y casas suntuosas, como las llamadas de los Azulejos, de los Mascarones, del conde de la Torre de Cossío y otras.

La escultura mexicana colonial y artístas que se destacaron

Como en México se preferían las imágenes pintadas a las estatuas y, por otra parte, el tema obligado del arte era el religioso, la escultura no llegó allí a tanto desarrollo como la pintura. Sin embargo, de entre los escultores que se sucedieron en esa época podemos destacar a José Antonio Villegas Cora y Manuel Tolsá, cuyas obras siguen el estilo barroco imperante y pueblan las iglesias mexicanas por dentro y por fuera, pues muchas de ellas son complemento decorativo de la arquitectura de los frentes y portales.
                                                                    " LA PINTURA EN LA COLONIA"
Con Hernán Cortés desembarcaron en México los pintores españoles Rodrigo Cifuentes y Alonso Vázquez, y con ellos se inició la pintura hispanoamericana en el antiguo Anáhuac. Pronto en los conventos se reunió en talleres a indios que pintaron temas religiosos enseñados por los misioneros, y así el carácter local empezó a amalgamarse con el arte importado. A fines del siglo xvi se destacan el pintor Andrés de la Concha y el flamenco Simón Pereyns, que pintó el retablo de la Virgen de la Merced en la catedral de México. Podemos descubrir en los pintores subsiguientes, una tras otra, las influencias de los artistas europeos que iban siendo conocidos en el Nuevo Mundo: Ribera, Murillo, Rubens o Zurbarán, y cuando bien entrado el siglo xvii llega la madurez de la pintura barroca, también en México se cae en el período de amaneramiento, durante el cual se repiten fórmulas conocidas. El colorido es rico y atrayente, y se realizan grandes composiciones murales, como las de Juan Correa.

En México se practicó una pintura con incrustaciones de nácar que recuerda el arte de los aztecas, quienes completaban sus máscaras y esculturas con mosaicos.

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